Cada 29 a agosto se celebra en Argentina el Día del Árbol, fecha establecida en 1900 por iniciativa del Doctor Estanislao Zeballos desde el Consejo Nacional de Educación.
El objetivo de esta fecha es concientizar a las diferentes personas sobre la necesidad de proteger las superficies arboladas y plantar árboles. Además, con el correr de los años, se agregaron otras metas, como frenar los efectos del cambio climático y la tala indiscriminada.
En Argentina, desde el 2007, existe la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, también conocida como «Ley de Bosques». Sin embargo, la problemática en torno a la deforestación permanece y aumenta día a día. La promoción de las actividades agropecuarias, los incendios forestales y las urbanizaciones son las principales causas que han propiciado el desmonte de bosques nativos y los datos, son preocupantes.
Por esta razón, es importante entender y valorar al arbolado urbano, y el de las zonas naturales cuyos beneficios son esenciales para mejorar la calidad de vida en la ciudad, ya que producen grandes cantidades de oxígeno; influyen sobre el clima regulando la temperatura, reduciendo las altas y aumentando las bajas; absorben dióxido de carbono que en cantidades elevadas se acumula en la atmósfera y provoca el efecto invernadero, con su consecuente cambio climático; frenan y disminuyen la velocidad de los vientos y sus consecuencias erosivas; reducen los efectos de los ruidos; absorben sustancias químicas en suspensión, nocivas para la salud, constituyéndose en el filtro natural de las ciudades; la lluvia es retenida por las copas y luego escurre lenta y suavemente hacia el suelo; son proveedores de alimentos; generan biodiversidad y embellecen el paisaje y nuestra vida.