El «Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América» fue instaurado el 10 de agosto de 2007 por Ley 26.277, en honor a la teniente coronel Juana Azurduy de Padilla, nacida el 12 de julio de 1780, quien acompañó a su esposo, Manuel Ascencio Padilla, en el liderazgo de la de las luchas por la emancipación en el Virreinato del Río de la Plata.
Juana Azurduy de Padilla, la «Flor del Alto Perú», estuvo al frente de un ejército de indias mestizas y criollas, apodadas «Las Amazonas», dispuestas a dar la vida por la liberación de sus pueblos del yugo español. Existieron, además, otras mujeres heroínas y mártires, que han protagonizado la historia de la independencia en América Latina: Micaela Bastidas, Tomasa Condemayta, Bartolina Sisa, Manuela Cañizares, María Ignacia Rodríguez, Gertrudis Bocanegra, Javiera Carrera Verdugo, Policarpa Salvarrieta, la heroína más conocida de Venezuela, Luisa Cáceres de Arismendi. En nuestra historia Argentina podemos evocar a Manuela Hurtado Pedraza “la tucumanesa”. Ana Riglos, Melchora Sarratea, Casilda Igarzábal de Rodríguez Peña, mujeres del éxodo jujeño: Martina Silva Gurruchaga, María Elena Alurralde de Garmendia, Maria Remedios del Valle, Pascuala Balvás. Juana Moro, Maria Magdalena “Macacha” Güemes, hermana del caudillo salteño, Eulalia Ares de Vildoza, Victoria Romero y Mariquita Sánchez de Thompson.
Nombrar a cada una de estas Heroínas y Mártires, es una invitación a realizar una nueva comprensión de la historia.
Cada una de ellas, tuvo la valentía de oponerse a los convencionalismos de su época, todas querían y soñaban con un país mejor, un país más justo, un país donde valga la pena vivir.
JUANA AZURDUY DE PADILLA
Nació en el cantón de Toroca, que hoy forma parte del municipio de Ravelo, Provincia de Chayanta, Departamento de Potosí y murió en Chuquisaca el 25 de mayo de 1862 (actual Bolivia).
A la muerte de su esposo asumió la comandancia de los ejércitos que conformaban la luego denominada Republiqueta de La Laguna, por lo que es honrada su memoria en la Argentina y en Bolivia. Hablaba el castellano, quechua y aymara.
En 1813 Padilla y su esposa Juana Azurduy se pusieron a las órdenes de Belgrano, nuevo jefe del Ejército Auxiliar Argentino, llegando a reclutar 10.000 milicianos.
Azurduy lideró la columna que atacó el cerro de Potosí, tomándolo el 8 de marzo de 1816. Debido a su actuación, tras el triunfo logrado en el Combate del Villar recibió el rango de teniente coronel por un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 13 de agosto de 1816. Tras ello, el general Belgrano le hizo entrega simbólica de su sable.
El 14 de noviembre de 1816 fue herida en la Batalla de La Laguna, su marido acudió a rescatarla y en este acto fue herido de muerte.
El cambio de planes militares, que abandonó la ruta altoperuana para combatir a los realistas afincados en el Perú, por la vía chilena de San Marín, disminuyó el apoyo logístico a los Leales comandados por Azurduy, que se replegó hacia el sur, uniéndose finalmente a Martín Miguel de Güemes. A la muerte de Güemes y sin apoyo de ningún tipo se vio reducida a abandonar las acciones.
Pasó varios años en Salta solicitando al gobierno boliviano, ya independiente, sus bienes confiscados. El mariscal Antonio José de Sucre le otorgó una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares.
Finalmente, Juana Azurduy murió indigente el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años y fue enterrada en una fosa común.
Sus restos fueron exhumados cien años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje en la ciudad de Sucre.