Cada 22 de julio se celebra internacionalmente el Día Contra la Minería a Cielo Abierto. Este día tiene como finalidad concienciar a la población y a las naciones del mundo acerca de las consecuencias de esta actividad en el medio ambiente, el ecosistema y la salud de las personas.
Este día se debe a una iniciativa ciudadana impulsada en 2009 por activistas mexicanos y canadienses.
A causa de los triunfos jurídicos que en ese año el Frente Amplio Opositor a Minera San Xavier consolidó en la defensa del Valle de San Luis Potosí y en contra de la destrucción de Cerro de San Pedro.
Podemos definir a la minería a cielo abierto como a aquella que busca la obtención de recursos naturales en la superficie del terreno y no de forma subterránea. Para lograr la extracción de algunos minerales, como el oro, cobre o uranio. Se remueven grandes cantidades de sedimento a los que más tarde y con el fin de separar los minerales buscados, se les aplica sustancias químicas para así poder ser procesados.
Esta técnica, en la que de buscarse por ejemplo oro tan solo se obtendría unas 0.01 onzas por cada tonelada de suelo, da como resultado la desaparición de montañas y ecosistemas, contamina el agua de la superficie y el subsuelo y provoca daños en la salud animal y vegetal por las sustancias empleadas.
Para ello se efectúa la exploración y explotación en territorios de gran extensión, para la remoción de sedimentos y la aplicación de sustancias químicas tales como cianuro de sodio en la extracción y procesamiento de minerales.
Este proceso requiere de la utilización de toneladas de sustancias contaminantes, agua, electricidad y combustibles, que afectan considerablemente las extensiones territoriales que son intervenidas.
La práctica de la minería a cielo abierto genera efectos nocivos e irreversibles al medio ambiente y las comunidades aledañas a las zonas donde se lleva a cabo esta actividad. Mencionamos algunos de ellos:
- Daños permanentes a las superficies naturales y ecosistemas.
- Contaminación del agua de suelos y subsuelos.
- Deforestación indiscriminada de capas boscosas y áreas verdes.
- El uso de sustancias químicas aplicadas al proceso de megaminería, genera daños en la flora y fauna de las superficies naturales intervenidas.
- El uso masivo de servicios básicos, como agua y electricidad, para ejercer la práctica de megaminería afecta considerablemente la cobertura de los servicios de la población que habita cerca de las áreas de exploración y explotación.