Cada 7 de julio desde el año 1963 se celebra en forma internacional el Día de la Conservación del Suelo, recordando la importancia del cuidado de la tierra para la vida.
En esta fecha se reflexiona sobre la importancia de los suelos y la amenaza de la desertificación, un fenómeno natural que debe su origen a tres causas: la deforestación, el uso desequilibrado del suelo y el mal uso de la mecanización.
Se eligió este día en particular, en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, quién dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo influye directamente en la capacidad productiva de los mismos o como el mismo lo decía:
«La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas».
El objetivo que perseguía Hammond y que es el principal propósito de este día, es el de concienciar a las personas de la importancia fundamental que tiene la tierra dentro del frágil equilibrio medio ambiental.
En un mundo donde se habla continuamente acerca del cambio climático, casi nadie se ha parado a pensar, cómo afecta la contaminación o la explotación excesiva de los suelos a la destrucción del medio ambiente, poniendo en riesgo la supervivencia de las especies.
Esta fecha deja en evidencia que la problemática sobre este recurso natural se remonta a más de medio siglo atrás.
Fenómenos naturales como la erosión, y la acción del ser humano mediante desmontes, incendios y sobrepastoreos, entre otras cosas, se presentan como grandes amenazas que se podrían agravar en el futuro.
En nuestro país, el 75% del territorio está sujeto a procesos erosivos causados por las actividades agrícolas, ganaderas y forestales.
La desertificación es el resultado de fenómenos naturales que pueden agruparse en tres grandes categorías: la deforestación, el uso desequilibrado del suelo y el mal uso de la mecanización. A medida que aumenta la degradación de las tierras, también se degrada la calidad de vida de quienes la habitan.