Las carmelitas descalzas firmaron un acuerdo con el Arzobispado

Después de un escándalo que incluyó la denuncia judicial por violencia de género y económica por parte de las monjas carmelitas descalzas del convento San Bernardo de Salta contra el arzobispo Mario Cargnello y otros cuatro sacerdotes, se conoció que las partes llegaron a un “acuerdo”.

Las partes llegaron a un consenso gracias a que el papa Francisco envió al delegado Javier Belda Iniesta, que fue el defensor canónico del exobispo de Orán Gustavo Zanchetta, condenado en marzo pasado a cuatro años y medio de cárcel y detenido por abuso sexual simple continuado agravado por ser cometido por un ministro de culto religioso reconocido.

En el documento que firmaron, las partes asumieron compromisos para continuar de ahora en adelante con el vínculo.

El acuerdo  cuenta con las firmas de Belda Iniesta, la priora del convento María Fátima del Espíritu Santo y Cargnello, plantea los puntos 6 y 7 que se refieren elípticamente al tema.

En el primero se lee que la priora “proveerá, junto a la comunidad, un proyecto formativo que desarrolle el estudio de la espiritualidad carmelitana y la especificidad de la vida monástica”.

Se especificó que “cada hermana puede practicar las devociones particulares que desee teniendo siempre presente la obligación de preservar la comunión con la Iglesia”.

Esta cláusula, sin explicitarlo, zanja uno de los conflictos entre el Arzobispado -que desaprueba a la Virgen del Cerro- y las Carmelitas, que desde el inicio estuvieron vinculadas con el movimiento de fe de la denominada “Inmaculada Madre del Corazón Eucarístico de Jesús” y con María Livia Galliano, la salteña que dice haber recibido mensajes de esa virgen.

Las partes también acordaron que el Arzobispado designaría a un delegado para que se haga la elección de la “priora”, que es la máxima autoridad del Convento.

Las religiosas habían denunciado que Cargnello ponía trabas para que se realizara este trámite y que, sin una autoridad designada formalmente, las monjas tenían dificultades para administrar sus ingresos, lo que les generaba complicaciones económicas en el manejo del monasterio.

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