El pueblo salteño pronunció el Pacto de Fidelidad a sus Patronos Tutelares, el Señor y la Virgen del Milagro como cada 15 de septiembre desde 1692. La procesión congregó a más de 700 mil fieles que llegaron al monumento 20 de Febrero, para luego emprender el retorno al santuario de la Catedral Basílica.
La ceremonia central estuvo presidida por el Arzobispo de Salta monseñor Mario Antonio Cargnello, quien reflexionó sobre el futuro de nuestra Patria: “En un tiempo difícil marcado por la inseguridad económica y social, Salta vive una experiencia que es una ofrenda a la Patria entera. Es posible mejorar cuando es el amor el que mueve nuestras vidas.”
Agregó que “los tiempos difíciles pueden ser una ocasión para renacer, depende de nosotros. Hoy el futuro de la Patria está en las manos y corazón de cada uno de los argentinos que son llamados a elegir el futuro inmediato. La Iglesia pide honestidad a los ciudadanos y además prudencia a los ciudadanos electos. La honestidad importa no mentir, no engañar, no robar, no hacer trampas y también mostrar respeto hacia los demás y tener conciencia e integridad sobre sí mismos”.
También se refirió a la fuerza de los peregrinos que este año fueron alrededor de 80 mil en 208 peregrinaciones que llegaron desde diferentes puntos de Salta y de otras provincias, como La Pampa, Chaco, Jujuy, Entre Ríos, Catamarca, Buenos Aires y Tucumán.
“Ellos llegan al Milagro impulsados por su fe y venciendo con fortaleza todo tipo de inclemencias. Crean el ambiente social de fraternidad que deseamos sea transformador de los vínculos sociales; todo se vence cuando el amor es lo que mueve”, destacó.
Luego monseñor Cargnello pronunció la renovación del Pacto de Fidelidad con las palabras: “Señor, nosotros somos tuyos y tú eres nuestro”, oración que da esencia y representa el fundamento de fe.
Tras cantar el Himno Nacional interpretado por la banda militar del Ejército, “Coronel Bonifacio Ruiz de los Llanos”, comenzó el recorrido de los Santos Patronos a su Santuario.
Allí las imágenes fueron recibidas por los repiques de las campanas de la Catedral y con la lluvia de pétalos, mientras los pañuelos de los fieles despidieron las Sagradas Imágenes.