Cada 12 de noviembre, se celebra el Día Mundial contra la Neumonía, enfermedad que causa muertes en varias partes del mundo, sobre todo en la población infantil.
Esta provoca la inflamación de los pulmones por la presencia de una infección producida por virus o bacterias.
La neumonía se puede detectar mediante una placa radiológica del tórax y se cura siguiendo un tratamiento con medicación antibiótica.
El alto nivel de mortalidad de la enfermedad, en muchos casos, obedece a la subestimación de los síntomas.
Estos pueden confundirse tranquilamente con un resfriado común y cuando se tiene el diagnóstico correcto ya puede ser demasiado tarde.
En las últimas dos décadas, las muertes por neumonía se han reducido, por la existencia de vacunas, las mejoras en la nutrición y el acceso al tratamiento.
En materia de prevención, las vacunas para niños y adultos juegan un papel preponderante y están incluidas en el calendario nacional de vacunación.
La Neumo 13 se aplica a los 2, 4 y 12 meses; la Neumo 23 está destinada a mayores de 65 años y personas con enfermedades crónicas.
También son esenciales las vacunas contra sarampión y tos convulsa, ya que previenen infecciones que podrían complicarse y evolucionar hacia un cuadro de neumonía.
Otro factor de protección es la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, ya que la leche materna provee protección contra enfermedades.
Además, contribuyen en la prevención, una buena nutrición, el frecuente y correcto lavado de manos, el consumo de agua potable y el aire libre de humos.
Según UNICEF, la neumonía sigue siendo la principal causa de muerte en niños menores de cinco años. Es la enfermedad infecciosa más letal.
Por año, se cobra la vida de alrededor de un millón de niños en todo el mundo.