El 18 de noviembre se conmemora el Día Mundial del Paciente Anticoagulado, con el objetivo de dar visibilidad a las personas que deben someterse a tratamientos con anticoagulantes para mejorar su calidad de vida.
A su vez, la fecha busca impulsar la importancia de seguir al pie de la letra el tratamiento respectivo para evitar complicaciones con su estado de salud.
Un paciente anticoagulado es aquella persona con antecedentes de valvulopatías o síndrome coronario agudo que toma medicamentos anticoagulantes bajo prescripción médica requeridos para impedir la coagulación de la sangre, con la finalidad de evitar embolias y trombosis venosas o arteriales.
Los anticoagulantes son fármacos prescritos bajo tratamiento médico para evitar o retrasar el tiempo de coagulación de la sangre, previniendo la formación de coágulos y su circulación por el torrente sanguíneo.
Estos medicamentos reducen el riesgo de enfermedades, tales como infartos al miocardio, accidentes cerebrovasculares y obstrucciones en las arterias y venas, evitando la formación de coágulos sanguíneos o que éstos aumenten de tamaño.
El tratamiento con anticoagulantes se prescribe a personas con riesgo de sufrir un ictus o una trombosis y así se evita la formación de coágulos en el interior de los vasos sanguíneos al retrasar el tiempo de coagulación de la sangre.
De hecho, muchas veces los pacientes anticoagulados desconocen el alcance de su tratamiento y que un mal seguimiento terapéutico les puede provocar ictus o hemorragias, por lo que la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (Feasan) ha lanzado su campaña ‘Tómatelo en serio’ con motivo del Día Nacional del Paciente Anticoagulado.
