En Canadá el Papa Francisco pidió perdón a los indígenas por los abusos de la iglesia

El máximo exponente de la iglesia católica viajó en la tarde de ayer a Canadá, en lo que llamó su viaje “de penitencia” y aprovechó para hacer un mea culpa en nombre de la iglesia.

Bergoglio se refirió precisamente a lo que sufrieron en los centros educativos financiados por el Estado canadiense pero controlados muchos por la Iglesia, explicó el portavoz de la oficina de prensa vaticana Matteo Bruni.

En estas escuelas, conocidas como “escuelas residenciales”, los niños indígenas eran obligatoriamente internados para, según el Estado y la Iglesia, educarlos, evangelizarlos y asimilarlos.

Se habla de 139 escuelas en todo el país que frecuentaron unos 150.000 niños indígenas. Se descubrió después que miles de niños murieron allí (entre 4.000 y 6.000). Muchos fueron enterrados en fosas comunes en torno a esos lugares.

Francisco pidió perdón por “el mal que tantos cristianos cometieron contra los indígenas” de Canadá y lamentó la colaboración de su Iglesia en lo que calificó de “destrucción cultural” en el marco de la política canadiense de asimilación forzosa de los pueblos nativos a la sociedad cristiana, que condujo a generaciones de traumas y abusos.

«Pido humildemente perdón por el mal cometido por tantos cristianos contra los pueblos indígenas», dijo el pontífice de 85 años al reconocer formalmente que «muchos miembros de la Iglesia» han cooperado en «la destrucción cultural y la asimilación forzada».

«Pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas; estoy dolido», planteó el pontífice a unos 2.000 representantes indígenas en su primer discurso en suelo canadiense, a donde llegó ayer para iniciar una visita de seis días.

En su discurso, presenciado también por el premier Justin Trudeau, el Papa no ahorró adjetivos y calificó como «políticas nefastas» a las 139 escuelas residenciales desplegadas por Canadá por el Estado, de las que unas 50 fueron gestionadas por instituciones cristianas, al tiempo que consideró a la práctica una «experiencia catastrófica» y un «error devastador».

El gesto del Papa -algo que había sido pedido durante muchos años por los pueblos afectados- fue recibido con aplausos en Maskwacis, una comunidad indígena al sur de Edmonton en la que se dieron cita miles de personas de las naciones originales, mestizos y católicos blancos.

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